El Salvador 2019
El Salvador 2019
El ex alcalde de la ciudad de San Salvador, Nayib Bukele
ganó las elecciones presidenciales este domingo 3 de febrero en El Salvador. El
candidato del Partido GANA (Gran Alianza para la Unidad Nacional) ha obtenido
el 54% de los votos. Poco después de cerrar los centros de votación, los datos
preliminares del Tribunal Supremo Electoral (TSE) indicaron la victoria de
Bukele. El presidente del Tribunal Superior Electoral, Julio Olivio reconoció
que el triunfo de Bukele fue "definitivo" e "irreversible".
La victoria electoral de Bukele indica una deseada por
muchos ruptura con el sistema bipartidista - el afán de poner fin a la batalla
política entre dos bloques principales: la Alianza Republicana Nacionalista
(Arena) y el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional
(FMLN) que han manejado la política durante décadas.
Carlos Calleja de Arena, obtuvo el segundo lugar con 831.726
votos (31,77 % de los votos), mientras que el candidato del FMLN, Hugo
Martínez, consiguió el tercer puesto con 377.404 (14,41 %). El vencedor de las
elecciones logró acumular más votos que los dos candidatos del bloque
bipartidista juntos.
El candidato de GANA se presentó durante la campaña como
un hombre de cambio y ha logrado vencer la alternancia que dominó la vida
política salvadoreña durante 3 décadas. El fenómeno de Bukele no debe
analizarse por separado, ya hemos visto casos similares en el último año:
Bolsonaro en Brasil, AMLO en México. Todos estos políticos se dieron a conocer
durante sus campañas políticas como candidatos " fuera de establishment"
y como forasteros. Pero en realidad no son ningunos desconocidos "puros e
inocentes". Estas son las estrategias eficientes que han funcionado en
2018 y ahora, observando el caso salvadoreño, aún funcionan en 2019. La
victoria de los "forasteros" tiene que ver con la fatiga, el
cansancio y el hartazgo de la gente con políticas tradicionales, con la forma
de hacer política, con el mal uso y los abusos del poder.
Los dos partidos principales han sido incapaces de
reconocer sus propios errores, no hicieron nada concreto y efectivo para
detener la depravación de los fondos públicos y no han salido bien de los
múltiples escándalos con sobornos. Centroamérica es clave en temas de
seguridad, y la falta de éxito en este asunto no ayudó a dos grandes partidos a
ganar la reciente batalla electoral.
Otra cosa interesante desde el punto de vista de la
psicología política: el hartazgo de la gente indignada por la actual política
salvadoreña llevó a la victoria de N.Bukele. Pero recordemos que el triunfo de
Bukele también se demostró en la muy baja participación de votantes. El 38% de
la participación es la más baja de los últimos 25 años. El año pasado, las
elecciones legislativas tuvieron una participación del 45%. Las elecciones
presidenciales generalmente disfrutan de la participación más activa de los
ciudadanos, y están alrededor del 55-60%. La baja participación es el otro
índice de desconfianza en los políticos. Y otro factor que nos muestra lo fácil
que es hoy capitalizar el descontento en el país. Con la baja participación en
las eleccones, las movilizaciones, los mitins no son ningún logro espectacular
para poder decir que alguien ha conseguido una victoria histórica. El triunfo es la suma de muchos factores que favorecen a los que vienen con la nueva ola de los "outsiders".
Esta triste realidad política, el estado de gran fatiga
de los ciudadanos y la desconfianza de los salvadoreños en los partidos
tradicionales provocaron el triunfo de Bukele. El candidato de GANA solo tenía
que presentarse como un outsider, entrar en la escena política con su propia
posición "anti-establishment" y enviar mensajes muy claros que está
en contra del actual sistema corrupto.
Bukele se une a la nueva forma de hacer política: la
llegada de los auto proclamados anti sistema, una estrategia recientemente
vista en América Latina, donde la imagen de ser un outsider es fundamental
desde el punto de vista del marketing político.
Es el fenómeno bastante nuevo en Latinoamérica, que se
basa en: la destacada desconfianza en las instituciones públicas y la
indignación sobre la política en general; desconocer el sistema de los partidos
tradicionales, aprovecharse de un gran descredito por el manejo de las finanzas
públicas y de un gran desprestigio que tiene la clase política, separarse de
esta clase, presentarse de ser "fuera" de sistema.
La forma de hacer política por parte de los principales partidos o bloques tradicionales provoca la victoria de unos listos autoproclamados antisistema: los candidatos con un RP bien calculado, con una imagen de estar en contra de la política actual llena de escándalos de corrupción y otros tipos de malversaciones en la vida pública. Las promesas de hacer la política de una manera diferente les han dado confianza a los candidatos outsiders. La estrategia ha sido efectiva hasta ahora. El factor principal de sus victorias es este voto de confianza, que incluye, podemos decir, la última gota de esperanza de las personas que todavía creen en los "nuevos" candidatos. En el caso de El Salvador, el triunfo del "outsider" con la baja participación.
La forma de hacer política por parte de los principales partidos o bloques tradicionales provoca la victoria de unos listos autoproclamados antisistema: los candidatos con un RP bien calculado, con una imagen de estar en contra de la política actual llena de escándalos de corrupción y otros tipos de malversaciones en la vida pública. Las promesas de hacer la política de una manera diferente les han dado confianza a los candidatos outsiders. La estrategia ha sido efectiva hasta ahora. El factor principal de sus victorias es este voto de confianza, que incluye, podemos decir, la última gota de esperanza de las personas que todavía creen en los "nuevos" candidatos. En el caso de El Salvador, el triunfo del "outsider" con la baja participación.
Sin un programa electoral bien y en profundidad
elaborado, Bukele logró ganar gracias a una campaña enfocada en plataformas de
las redes sociales (pilar, quizás el más básico en esta jornada y ciertamente
muy efectivo) haciendo selfies, una imagen de un joven "cool", con
una chaqueta de estilo hipster y lentes del sol, con un discurso rupturista y
polarizante alrededor de la línea divisoria: el viejo sistema corrupto, la
alternancia conocida y aburrida que no trae nada beneficioso para el país
versus la reforma, la juventud, la frescura.
En los discursos de Bukele (así como en los de Bolsonaro
o AMLO), se ve grandes expectativas de un "cambio", mítico y ya
legendario, un "cambio" que vendrá con la victoria de un forastero,
un salvador que salvará la escena política corrupta. Hay algunos elementos
ideológicos, por ejemplo en los discursos de J.Bolsonaro (la izquierda, el
socialismo, los comunistas, los ladrones, etc.) pero más que aspectos
ideológicos, se nota el gran deseo de un cambio. En las elecciones en El
Salvador he observado este mismo deseo de cambiar la brutal realidad política
(la expectativa de un cambio).
Bukele gracias a su comportamiento carismático, su estilo
y su propio "look" (gorras, chaqueta de cuero, look casual y
amigable) y gracias a los lemas pegajosos, logró despertar la atención de estos
jóvenes que se quedaron en el país. Muchos jóvenes abandonan El Salvador: el
tema de la migración es muy relevante para la política interna del país.
Romper con el bipartidismo salvadoreño y la lucha contra
la corrupción se han convertido en los ejes centrales del discurso electoral de
N.Bukele. Toda la campaña se basó en estas consignas. El eslogan repetido
constantemente de que el país necesita superar el bipartidismo no es un plan
concreto para renovar la política. Romper el sistema bipartidista que se había
instalado desde 1994, no responderá a los problemas de los ciudadanos. En
general, el bipartidismo no es la fuente de dificultades en la vida pública: el
mal uso del poder y los abusos de poder, sí.
Destruir los ejes tradicionales: la izquierda versus la
derecha no traerá soluciones a los desafíos de El Salvador. Tener el programa
real es urgente. Bukele mostró su programa tres semanas antes del día de las
elecciones, esto tiene que ver con el interesante juego de marketing político.
No conocemos el perfil de su gobierno ni los detalles del programa. Ser un
outsider vale más que tener un programa claro y bien preparado. La victoria
electoral puede ser alcanzable gracias a la esperanza y al voto de confianza (cheque
en blanco). Hablar sobre la corrupción, de la mala gestión durante la campaña y
presentarse como un outsider puro e inocente parece una estrategia más cínica
que inteligente. Eficaz a corto plazo. En realidad debería ser menos lemas
pegajosos y más programas concretos.
Se han alejado los temas fundamentales para el futuro y
la prosperidad de El Salvador. No se prestó mucha atención a la urgencia de
analizar en detalle las verdaderas causas de la pobreza y la partida de miles
de ciudadanos del país ("La votación con los pies"en América
Central). La inmigración y la seguridad son muy relevantes para El Salvador,
pero es mejor repetir el eslogan "romper el sistema bipartidista"
como un mantra. Los temas que requieren un estudio mucho más complejo han sido
ignorados o simplemente banalizados.
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