La "Twiplomacy" de Bolsonaro. Los 100 primeros días en diplomacia brasileña.
La "Twiplomacy" de Bolsonaro. Los 100 primeros días en diplomacia
brasileña.
< Cómo
debemos interpretar la política exterior de Brasil después de los primeros 100
días de Jair Bolsonaro como nuevo presidente aún no está muy claro. Creo que
todavía estamos en octubre del año pasado, o, a los principios de enero de
2019. La poca experiencia que tiene la nueva Administración en la
interpretación de las relaciones internacionales es evidente. Es por eso que
surgieron muchas preguntas sobre los principales vectores de la política
exterior. Durante los primeros tres meses hubo muchas dudas y fuertes críticas
sobre la nueva visión de la política exterior, también fuimos testigos de las
primeras confrontaciones entre Brasil y el mundo árabe musulmán, por ejemplo.
< La política
exterior es una de las muchas áreas del ambicioso gabinete de Jair Bolsonaro,
que, de acuerdo con las pomposas promesas y los ostentosos lemas lanzados
durante la campaña electoral, debería ser diferente a la diplomacia dirigida
por sus antecesores.
El plan
gubernamental de Bolsonaro, tanto en el sector de la política interna como
externa, no es muy detallado. Se ha lanzado la idea de redefinir la política
internacional, pero las grandes promesas del cambio residen en un discurso
confuso, sin detalles sobre cómo el equipo presidencial implementará sus
proyectos.
Si bien el
nuevo presidente y su equipo ya han anunciado en la campaña que Brasil abrirá
nuevas direcciones en su diplomacia, aún están marcadas por especulaciones e
imprecisiones.
Desafortunadamente,
durante la campaña electoral, que es el momento perfecto para un debate sobre
la forma de las orientaciones de la política exterior, se habló poco sobre los
detalles de la diplomacia en general. No se prestó la debida atención al
estudio de las alianzas y los compromisos existentes de Brasil con sus socios.
No se prestó atención al análisis de la especificidad de la diplomacia de la
región y la especificidad de otras regiones con las que Brasil había
desarrollado alianzas y asociaciones hasta ahora. Se ignoraron las difíciles
conversaciones sobre diplomacia y la dificultad de guiar y comprender el arte
de la política exterior. No se analizó cuán difícil es el arte de la
diplomacia.
Las
preocupaciones con respecto a la conducción de la nueva política exterior ('el
nuevo curso') no fueron visibles en los debates durante la campaña. Ninguno de
los candidatos proporcionó información detallada sobre qué política se
adoptaría, cuál sería su orientación, cuáles serían los desafíos que deberían
abordarse para que Brasil desempeñe un papel importante en el mundo.
A pesar de los
primeros tres meses del gobierno, la política exterior todavía está marcada por
muchas dudas. Podemos decir con certeza que el nuevo presidente no aprovechó
las oportunidades que tuvo durante estos primeros 100 días (días cruciales) de
su gobierno y no aprovechó a su 'momentum'.
Bolsonaro es
una figura "controvertida", por lo que es tan importante no dejar
imprecisiones o ambigüedades al realizar una política exterior. Bolsonaro, a
pesar de 30 años en la vida pública, no tiene experiencia política, ni siquiera
presidió ninguna comisión en el parlamento. Lo está haciendo muy bien en
Twitter, pero no en la vida real, donde el político de tamaño (de la magnitud)
que actualmente tiene Bolsonaro debe poder negociar, expresarse de manera clara
y concreta. La falta de propuestas de política exterior durante la campaña
electoral y la falta de detalles en el área diplomática actualmente dejan dudas
en la sociedad muy indignada por escándalos políticos.
< La campaña
electoral fue bastante demagógica, e incluso muy infantil, compuesta de
fórmulas fáciles y vacías. Jair Bolsonaro ganó las elecciones presidenciales
con discursos ardientes e impetuosos, utilizando lemas políticos pegadizos para
atraer la atención, a menudo populistas.
Ahora, después
de 100 días del nuevo gobierno, todavía hay pocos detalles sobre la
interpretación de las relaciones entre Brasil y el resto del mundo. Parece que
el nuevo presidente de Brasil implementa ideas y planes, pero las de la
administración estadounidense e israelí.
Durante la
campaña, el enfoque y la atención principal de los medios de comunicación y los
ciudadanos / los votantes se centraron en temas como el combate a la
corrupción, la participación ciudadana en la seguridad pública, el papel de
cada ciudadano en el campo de la seguridad cotidiana y los derechos humanos. Se
ha desarrollado el relato anti Lula y se destacó la narrativa contra el PT (El Partido de los Trabajadores) el entonces
partido gobernante ("antipetismo"), así como los valores familiares y
los asuntos religiosos fueron subrayados.
Fue difícil y
todavía es dificultoso ver propuestas concretas de reformas prometidas de forma
pomposa. La falta de proposiciones de proyectos específicos desde el comienzo
de la campaña electoral provocó una gran incertidumbre sobre el verdadero
estilo de gobierno de Jair Bolsonaro. Aún así, a pesar del cumplimiento de los
100 primeros días, no es nada facil determinar el tipo de presidencia de Jair
Bolsonaro. Podemos simplemente adivinar cuál será el liderazgo de este político
de extrema derecha.
Muchos votantes
decidieron votar por el candidato de la derecha porque les prometió un cambio
radical en las prácticas corruptas en Brasil, también prometió mejorar
rápidamente la seguridad de los ciudadanos en sus vidas diarias y reactivar el
crecimiento económico. En ningún momento especificó los detalles y el contenido
de sus grandes promesas.
Paralelamente a
las elecciones presidenciales, Brasil también eligió diputados estatales y
federales, senadores y gobernadores. Los brasileños dieron varios mensajes
convincentes en esta votación, pero el más significativo de todos fue
"queremos renovar la vida pública". Muchas prominentes figuras
históricas de la política brasileña no han podido renovar sus mandatos y han
perdido sus cargos públicos.
< El equipo
del presidente y la nueva Administración que se creó en aquel momento dieron
una visión didáctica y moralizadora formulada principalmente en política
doméstica y menos en política exterior, asumiendo que el tema de los asuntos
internos traerá votos con mayor facilidad y rapidez (usando 'catchy populist
slogans') cubriendo así la dolorosa falta de experiencia del nuevo presidente
en política internacional y diplomacia mundial.
Pero incluso en
materia de asuntos internos, el nuevo equipo fue muy cauteleso y circunspecto a
la hora de proporcionar detalles sobre planes y proyectos tan ferozmente
anunciados, y sobre la implementación de nuevas reglas para "restaurar el
orden en la vida pública brasileña".
Además, faltaba
información detallada sobre reformas urgentes en el campo de la economía, como
la reforma de las pensiones o la educación; estos eran temas cubiertos por la
campaña y discutidos en los medios de comunicación, pero sin proporcionar
detalles.
< Como suele
ser el caso en otros regímenes presidenciales de América Latina, en el período
que va desde la victoria electoral hasta que el recién elegido presidente asume
su cargo, y luego en los primeros tres meses de su nuevo gabinete, ya debería
aparecer la primera descripción de los objetivos de la Administración que
viene.
Bolsonaro
quiere presentarse a Brasil y al mundo como 'Tropical Trump', así es como los
medios de comunicación en el mundo y en Brasil le bautizaron, le dieron una
comparación así.
El mismo
Bolsonaro parece estar feliz con tal comparación, y revela con su
comportamiento las características típicas del comportamiento del presidente
Trump. El mandatario brasileño quiere ser más Trump que Trump. Estos juegos no
implican ventajas específicas para Brasil en el campo de la economía o la
diplomacia.
Sin embargo,
estos son solo juegos de imágen y de marketing, las acciones dirigidas al 'voto
rapido' y al consumidor facil, las acciones diseñadas para ganar los votos
rápido y llamar la atención del consumidor político. Debido a que tal política
es un espectáculo, el clan Bolsonaro es como el clan Kardashian. Es una forma
cínica, no hay contenido que merezca nuestra atención. Hay promesas pomposas,
no hay el cumplimiento de las palabras. Bolsonaro parece ser un patriota, un
buen hombre que ama a su país, pero en el mundo político esto no es suficiente
para ser efectivo en diplomacia.
< Durante la
campaña electoral y durante los primeros tres meses del nuevo gobierno, Jair
Bolsonaro presentó algunas definiciones de cómo modificaría la diplomacia
brasileña y establecería nuevas direcciones / tendencias en la política
exterior de su país.
Mirando a los ambiciosos planes del presidente y al nuevo programa que surge de estas ambiciosas aspiraciones y las altas expectativas de algunos sectores dentro de la sociedad brasileña, el proyecto de diplomacia parece ser muy original y curioso. Poco realista si observamos más detenidamente y analizamos con profundidad los desafíos y problemas que surgirán al implementar nuevos programas - ahí veremos la fragmentación del parlamento (falta de coaliciones estables y duraderas), temas relacionados con la agricultura y la venta de carne, el lobby árabe - musulmán.
Desde el principio, la nueva Administración anunció la redefinición de conexiones y fuerzas en la Región (el nuevo arreglo de fuerzas en la región de América Latina) y en el Hemisferio Occidental, lo que se expresaría a través de un enfoque claro con los Estados Unidos, simpatía abierta por Israel y, por ejemplo, comprensión con Hungría. China y los regímenes relacionados con el comunismo son fuertemente criticados por el equipo de Bolsonaro, mientras que el bloque regional del Mercosur es, en su opinión, un grupo demasiado ideológico (recientemente ha surgido el Prosur). Al igual que Donald Trump, Bolsonaro está a favor de transferir la embajada brasileña a Jerusalén, aumentar las sanciones contra Venezuela y está en contra del Acuerdo de París sobre el cambio climático.
Bolsonaro muestra su comportamiento en la política de una persona internamente contradictoria y políticamente inconsistente; no tiene confianza en sí mismo, a pesar de su autoconfianza superficial y su arrogancia indudable. Evidentemente, carece de recursos, ingenio, experiencia política, lo cual es una paradoja, ya que lleva casi 3 décadas en política. En diplomacia, Bolsonaro se comporta de manera inconsistente, a veces es demasiado confiado y al mismo tiempo contradictorio (ejemplos: su comportamiento en plataformas sociales; las promesas de transferir la embajada y al final, no cumplirlas, su aparición en Davos; Brasil ha eliminado las visas para los ciudadanos de Australia, Canadá, EEUU y Japón que pueden ahora ingresar y permanecer en Brasil por 90 días, con la posibilidad de extender otros 90 sin tener que tener ningún tipo de visa. etc. Brasil no esperaba nada a cambio)
El ánimo/el humor de Bolsonaro depende, por ejemplo, del comportamiento de sus fanáticos en Twitter, de su reacción a sus nuevas propuestas. El presidente es muy activo en Twiter (de nuevo, esto es muy parecido a la diplomacia de Trump en Twitter). Bolsonaro presenta sus ideas online y revisa las reacciones de la gente. Los votantes del presidente simplemente son sus fanáticos, receptores de su contenido. Es una presidencia de estilo "Twiplomacy". El uso de Twitter por Donald Trump y Jair Bolsonaro ha cambiado la diplomacia.
Mirando a los ambiciosos planes del presidente y al nuevo programa que surge de estas ambiciosas aspiraciones y las altas expectativas de algunos sectores dentro de la sociedad brasileña, el proyecto de diplomacia parece ser muy original y curioso. Poco realista si observamos más detenidamente y analizamos con profundidad los desafíos y problemas que surgirán al implementar nuevos programas - ahí veremos la fragmentación del parlamento (falta de coaliciones estables y duraderas), temas relacionados con la agricultura y la venta de carne, el lobby árabe - musulmán.
Desde el principio, la nueva Administración anunció la redefinición de conexiones y fuerzas en la Región (el nuevo arreglo de fuerzas en la región de América Latina) y en el Hemisferio Occidental, lo que se expresaría a través de un enfoque claro con los Estados Unidos, simpatía abierta por Israel y, por ejemplo, comprensión con Hungría. China y los regímenes relacionados con el comunismo son fuertemente criticados por el equipo de Bolsonaro, mientras que el bloque regional del Mercosur es, en su opinión, un grupo demasiado ideológico (recientemente ha surgido el Prosur). Al igual que Donald Trump, Bolsonaro está a favor de transferir la embajada brasileña a Jerusalén, aumentar las sanciones contra Venezuela y está en contra del Acuerdo de París sobre el cambio climático.
Bolsonaro muestra su comportamiento en la política de una persona internamente contradictoria y políticamente inconsistente; no tiene confianza en sí mismo, a pesar de su autoconfianza superficial y su arrogancia indudable. Evidentemente, carece de recursos, ingenio, experiencia política, lo cual es una paradoja, ya que lleva casi 3 décadas en política. En diplomacia, Bolsonaro se comporta de manera inconsistente, a veces es demasiado confiado y al mismo tiempo contradictorio (ejemplos: su comportamiento en plataformas sociales; las promesas de transferir la embajada y al final, no cumplirlas, su aparición en Davos; Brasil ha eliminado las visas para los ciudadanos de Australia, Canadá, EEUU y Japón que pueden ahora ingresar y permanecer en Brasil por 90 días, con la posibilidad de extender otros 90 sin tener que tener ningún tipo de visa. etc. Brasil no esperaba nada a cambio)
El ánimo/el humor de Bolsonaro depende, por ejemplo, del comportamiento de sus fanáticos en Twitter, de su reacción a sus nuevas propuestas. El presidente es muy activo en Twiter (de nuevo, esto es muy parecido a la diplomacia de Trump en Twitter). Bolsonaro presenta sus ideas online y revisa las reacciones de la gente. Los votantes del presidente simplemente son sus fanáticos, receptores de su contenido. Es una presidencia de estilo "Twiplomacy". El uso de Twitter por Donald Trump y Jair Bolsonaro ha cambiado la diplomacia.
El nuevo
presidente de Brasil arrasó los rankings de líderes mundiales en Facebook, sin
dejar las dudas, dominó la clasificación durante los últimos 12 meses y ganó el
primer lugar batiendo a su homólogo estadounidense, Donald Trump. Esto es
curioso.
El presidente
brasileño imita a su homólogo norteamericano en tono y estilo, realizando una
campaña impulsada por plataformas sociales. Su equipo utiliza redes como
Facebook, Twitter y WhatsApp (muy popular durante la campaña en Brasil) para
eludir con éxito los medios tradicionales.
Bolsonaro no
puede / no sabe cómo crear una base firme de aliados en el parlamento que le
permita ratificar los acuerdos y las leyes preparadas por el nuevo gobierno. La
nueva Administración tiene serios problemas con la aprobación de sus propios
proyectos de las leyes. Las próximas reformas están condenadas al fracaso, o al
menos a disputas, controversias o ventas de votos. La inestabilidad
parlamentaria y de los acuerdos entre las fuerzas parlamentarias, la falta de
una mayoría segura y de alianzas duraderas, una dependencia agotadora del
equilibrio de poder momentáneo en ambas cámaras, así como la dependencia de las
reacciones y los estados de ánimo de las personas online, crean un clima de
inseguridad y fragilidad política que debilita al gobierno e impide la gestión.
<Estamos frente
a un escenario que replica la tendencia que se observa muy bien recientemente a
nivel mundial y regional, donde vemos emociones muy polarizadoras, sociedades
muy divididas, líderes carismáticos o bien característicos, con un estilo
diferente al que estábamos acostumbrados en épocas pasadas. Porque con la
llegada al poder del nuevo presidente en Brasil, una era termina y comienza la
nueva. El miedo polariza a la sociedad, pero en Brasil también encontraremos
ira e indignación. Estas tres emociones estuvieron muy presentes en la campaña
presidencial y siguen siendo válidas hoy. Debemos entender la psicología de
estas emociones para poder predecir la evolución de los eventos en Brasil.
La
"ira" y la "indignación", causadas por numerosos escándalos
de sobornos que involucran a políticos corruptos, representantes de "la
vieja política" se encontraron con la tercera emoción "el miedo"
durante la última campaña presidencial en Brasil. La corrupción provocó una
serie de protestas, un estallido de ira y manifestaciones callejeras, con la
participación activa de personas que fueron llamados "indignados" por
muchos medios de comunicación.
Todos estos
eventos se mezclaron con un cóctel en forma de crisis económica, altos niveles
de violencia o una recesión que Brasil está experimentando. Por un lado,
teníamos enojo y rabia, y por otro lado, había un temor de que un hombre de la
ultra derecha llegara al poder.
Siempre en
estos casos, ese candidato ganará, quién movilizará más votos contra su rival o
causará más sentimientos o emociones de ira, indignación o miedo.
En el caso de
Brasil, ganó la opción de ira, que es el resultado de largos años de gobierno
del PT (la quintaesencia de esta era de gobierno fue la corrupción). El temor
de que la extrema derecha llegara al poder resultó ser menos poderoso que la
indignación y la frustración que dejaron los gobiernos del PT. Fue el 'voto de
castigo' el que ganó y marcó un nuevo giro en la política brasileña. Fue la ira
que condujo a un nuevo estilo de gobierno.
Las emociones y
los sentimientos son bastante vengativos, reivindicativos y revanchistas, en
este caso son parte de un fenómeno ideológico contrario al consenso presente
anteriormente/hasta ahora en la política de esta potencia regional.
No creo que
haya tanta gente en Brasil con nostalgia por la dictadura, a pesar de que los
brasileños generalmente prefieren 'una mano dura' en la política. Fue más bien
un gran marketing del equipo de Bolsonaro y juegos con emociones que hicieron
que este político ganara. Fue la frustración de los ciudadanos de Brasil, un
país que vive una serie de alarmantes escándalos de corrupción, que han
afectado prácticamente a toda la clase política de esta potencia
latinoamericana.
Los líderes de
la izquierda brasileña han sido incapaces de reflexionar sobre la difícil
situación política que está viviendo su formación, los lideres vagos, sin ideas
nuevas, sin carisma que tuvo Lula, no pudieron notar los errores de sus propias
acciones. Y ahí, en la izquierda vieja, aburrida, atrapada en una serie de corrupciones
escandalosas (izquierda de formato acabado) vemos un síntoma de la realidad
politica actual cuya fase final fue la victoria del candidato de la extrema
derecha. La izquierda perdió terreno.
Bolsonaro logró
usar las plataformas sociales como un espacio para trincheras o para construir
una presa o fortificación. La misma forma de dirigir la política y una forma
muy similar de comunicarse con el mundo vimos en el caso de Trump en los
Estados Unidos. Las redes sociales se han convertido en máquinas para difundir
mensajes, información, a menudo información falsa. Y estos elementos visibles
en la campaña electoral siguen siendo válidos, los observamos en la forma de
conducir la política exterior. Vemos muchas noticias falsas, donde,
curiosamente, el presidente es víctima de ellas. Considerando la
estratificación del parlamento, mucho egoísmo en la política, fuerte oposición,
a pesar de la turbulencia que tuvo la izquierda, el lobby del PT, la
tabloidización de la política brasileña, el fuerte lobby árabe, el fuerte lobby
agrícola y los indicadores de venta de carne para el mundo, será difícil para
el presidente finalizar su mandato e implementar planes en política exterior.
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