Los primeros 100 días de Jair Bolsonaro.


Los primeros 100 días de Jair Bolsonaro. 


<< La mayor caída en el nivel de popularidad del presidente ocurre al cumplir sus primeros 100 días en el poder. Las encuestas y una notable disminución de popularidad, una caída en la simpatía por el presidente.

El gobierno de Jair Bolsonaro, ¿un nuevo paradigma político, o una era de las promesas brumosas de un gobierno débil? 

<< Somos testigos de un fenómeno político nuevo, que en mi opinión, no podrá sobrevivir el paso del tiempo. Hay demasiados aspectos ideológicos, ni siquiera está bien definida la visión general de la política exterior y doméstica. Solo hay un boceto, una promesa brumosa de marcar un giro hacia la política más justa y con un orden en la vida pública y en las políticas sociales; hay una visión bastante peculiar - pálida, borrosa al mismo tiempo emocional. La era de Jair Bolsonaro puede ni siquiera llegar al año 2023.


Parte1.

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, cumplió el miércoles 10 de abril 100 días como jefe del nuevo gobierno que prometió desenredar los desafíos en el área económica, mejorar las políticas sociales, acabar con el Partido de los Trabajadores (PT) y la "vieja política": un proyecto de aspecto impreciso y borroso que parece ser simplemente un lema electoral y aún no está completamente definido.
Los primeros cien días suelen ser el período en el que el gobierno logra constituir una relación política bastante estable con el parlamento, gracias a los acuerdos políticos firmes que ya deberían establecerse. Pero en el caso de Brasil no lo son.
Está claro que los intentos ineficaces de construir una base parlamentaria acercan al equipo presidencial a una falta total de gobernabilidad, algo que tuve en cuenta y escribí hace unos meses. Una base de apoyo en el congreso es importante o, más bien, es imprescindible para la implementación efectiva de los planes y aspiraciones del nuevo presidente de Brasil, cuya popularidad está disminuyendo gradualmente.
Durante los primeros cien días, el nuevo equipo ya debe iniciar el proceso de cumplimiento de sus promesas, siempre mediante acuerdos parlamentarios, recordando la especificidad del parlamentarismo brasileño y la multitud de partidos en el congreso. El consenso en el parlamento debe ser notable y lo suficientemente sostenible para poder crear nuevas políticas.
En lugar de llevar a cabo proyectos, Jair Bolsonaro no logró consolidar su base de apoyo en el parlamento, no se estableció un programa sólido acordado por las fuerzas políticas. Vemos la desorganización en los ministerios, la falta de un gobierno serio con la capacidad de gobernar de forma independiente y segura, vemos la falta de gobernabilidad que automáticamente convierte el mandato de Bolsonaro en una presidencia débil, marcada por una profunda inestabilidad en el Congreso y fuera del Parlamento. También se nota una tendencia a la baja en la popularidad del presidente. Bolsonaro obtuvó una fuerte victoria en octubre, disfrutando de la enorme confianza de los mercados. Ahora resulta que todo este capital y optimismo de los mercados y de la gente común ha desperdiciado hasta el punto de que se convirtió en el mandatario con peor calificación en el primer trimestre. El comienzo de su mandato está marcado por batallas políticas diarias, y debido a errores políticos que causaron un deterioro significativo de su simpatía entre los ciudadanos, el éxito y la correcta implementación de sus reformas fueron cuestionados.

Más y más claramente podemos ver cuán equivocada fue la tesis sobre el amplio apoyo social para la política de Bolsonaro, cuán equivocada fue la tesis de que este político tiene un fuerte respaldo social. Actualmente estamos viendo un error al evaluar la fuerza de su base de apoyo, es evidente que este político está más solo de lo que muchos habían predicho anteriormente. Jair Bolsonaro comenzó su presidencia con un poco más del 50% de aprobación. Actualmente, el nivel de soporte se ha reducido significativamente.
Estamos presenciando un fenómeno político naciente, que a mi paracer no podrá sostenerse en el tiempo, donde el aspecto ideológico desempeña el primer papel, pero ni siquiera está bien definido, donde hay una visión general de la política exterior (acercamiento a Estados Unidos e Israel), pero es solo un boceto, un bosquejo brumoso, una visión de características generales y caracteres simbólicos. Hay una dolorosa falta de detalles y estrategias sobre cómo implementar este proyecto y cumplir las promesas políticas que muchos incluso las llamarían sueños.
Según la tesis del gobierno, el país se encuentra en una dinámica bastante sorprendente, y en el camino abierto a "grandes cambios", etc. De acuerdo con las promesas del nuevo equipo, el país está en el camino del cambio, de mayoría ideológica, pero la retórica ha evocado cambios de carácter solamente simbólico.
Este estado de perplejidad, de mucha confusión y caos en la forma de la gran dificultad de establecer primero la gobernabilidad y luego mantenerla, se refleja en la última encuesta de DataFolha. La encuesta más reciente y relevante se publicó el domingo 7 de abril, tres días antes de sus primeros tres meses de mandato. Bolsonaro recibió la peor evaluación desde 1990, cuando el primer presidente elegido democráticamente llegó al poder después de la dictadura. Los datos nos señalan que el 30% de los encuestados considera que su gestión es mala o pésima, el 33% opina que es regular y solo el 32% la define como buena u óptima. El 4% de los ciudadanos entrevistados no respondió.
Los predecesores de Bolsonaro disfrutaron de menos desaprobación después de cumplir sus primeros tres meses de gobierno. La evaluación de mandato mal o pésimo ejecutado han tenido presidentes: Fernando Collor de Mello (19%), Fernando Henrique Cardoso (15%), Luiz Inácio Lula da Silva (10%) y Dilma Vana Rousseff (7%). Las úlitmas cifras que obtuvo Bolsonaro representan una disminución del 18% en su popularidad desde enero, cuando asumió el cargo. Investigaciones anteriores indicaron que antes de la inauguración, que tuvo lugar el 1 de enero, el 65% de los brasileños esperaba que Bolsonaro creara un gobierno extraordinario o bueno, el 17% pensó que sería regular y el 12% pensó que sería malo o muy malo.


Parte2.


<< Articulación política muy mala, problemática, insegura e ineficaz; Falta de coaliciones estables y duraderas; Falta de acuerdos honestos, sólidos y firmes; Ausencia de una coalición más grande a favor del gobierno y prosperidad para el país llevada a cabo en el espíritu del sentido común; Falta de confianza, pilar fundamental para el bienestar del país; Falta de gestión pública y gobernanza: el futuro del gobierno de Bolsonaro era muy incierto, dudoso y marcado por un alto nivel de fracaso desde el principio.
Debido a problemas con la articulación política, el presidente sufrió serios fracasos legislativos. Esto se debe a la falta de desarrollo de la cooperación parlamentaria, que junto con el parlamentarismo inmaduro en Brasil hace que los gobiernos estables sean imposibles; son dependientes de acuerdos temporales y cortos, a menudo creados para votar solo una ley.
Bolsonaro siempre ha estado al margen de una política muy activa, como político tiene poca experiencia en la creación de alianzas duraderas. Actualmente, su gobierno no tiene acuerdos ni coaliciones importantes. Ni siquiera puede llegar a la fecha oficial de finalización de su mandato completo. La propuesta del presidente muestra varios desafíos y muy probables enfrentamientos, el principal de los cuales es la determinación de gobernar sin negociar con los miembros de las dos cámaras, con el propósito de consequir una base de ayuda sin compartir las tasas y otros beneficios para la coalición de soporte al gobierno.
Hace unos meses escribí sobre un posible escenario de caos, disputas políticas persistentes y la constante falta de bases e apoyo parlamentario para la duración del gobierno y la implementación exitosa de proyectos y leyes.
La situación de fragmentación del parlamento y el equilibrio de fuerzas fueron muy visibles desde el inicio del mandato de Bolsonaro. Ningún gobierno sería estable con tales realidades en el congreso. La atmósfera de discrepancias y rivalidades continuas en el parlamento, una dependencia muy notable del gobierno en las coaliciones temporales fueron los elementos dolorosos y bien conocidos por todos aquellos que siguieron de cerca la política en Brasil.
La falta de experiencia del presidente en política activa, tanto en política interna como en política exterior, y la falta de experiencia de su equipo en el gobierno se manifiestan por el deterioro de las relaciones entre Bolsonaro y el Congreso. La existencia del actual gobierno de Brasil se expresa en una lucha constante por mantener la coalición. La fragmentación del congreso, la falta de acuerdos serios sobre el mantenimiento de un gobierno estable parece conducir a la parálisis en la configuración de toda la política brasileña. A veces se nota el tono más suave y conciliatorio de Bolsonaro, se ve que el presidente intenta acercarse a diferentes organizaciones y reunirse con éxito con varios líderes de los partidos. Todavía no sabemos el resultado de este nuevo tono suavizante.
Jair Bolsonaro ganó las elecciones de manera espectacular gracias a mensajes simples, prometió consolidar los avances de la lucha contra el crimen, la eliminación de la violencia delictiva y erradicar la corrupción ubicua.
Sabía cómo ganar y movilizar los votos, usó muy bien frases pegadizas y lemas que atraen la atención, palabras ligeras que inspiran confianza, fortalecen la imagen y presentan el vigor de un hombre fuerte. Resulta que es fácil ganar, es más difícil saber cómo gobernar y cómo administrar el país en estas circunstancias tan complicadas.
El equipo del presidente presentó una estrategia de campaña basada en su mayoría en las plataformas como WhatsApp y Facebook, y resultó ser extremadamente efectiva. Los mensajes claros, simples y pegajosos tenían como propósito presentar al candidato de derecha como fuerte, decisivo e incluso condenado al éxito, valiente, controvertido y, sobre todo, competente. Los discursos de combate (el elemento combativo muy notable en los mítines) fueron evidentes cuando decía que iba a terminar con el socialismo en el país. El político durante la campaña electoral también se mostraba conciliador y de vez en cuando exhortaba a los parlamentarios que cooperen con él para aliviar la economía, arrancar la corrupción y la inseguridad, y para restaurar y recuperar los valores éticos y morales que empujen a Brasil a la "dirección correcta".
Bolsonaro logró ganar gracias al lema: hay que acabar con el Partido de los Trabajadores y sus políticas dañinas.  Los componentes más importantes de su victoria electoral fueron los evangélicos y el poder de su voto, la base de apoyo de la industria agrícola y de las organizaciones relacionadas con la seguridad. El presidente prometió enfocar sus esfuerzos en preservar los valores cristianos en la vida pública, con la intención de concentrar su administración en los valores familiares y aumentar la calidad de la educación, manteniéndola sin la "ideología de género".
Uno de los desafíos más apremiantes es la economía brasileña, 12 millones de desempleados y 15 millones de ciudadanos pobres. Por supuesto, el problema también es el crimen y la multiplicidad de partidos en el congreso y, por lo tanto, la complicada vida parlamentaria (múltiples partidos con los que Bolsonaro forma una coalición). Los diálogos son muy difíciles, a veces imposibles. Y esto favorece el procedimiento de intercambio de favores.
Es urgente construir una base parlamentaria para responder a los desafíos que comienzan en el área económica. El apoyo en el Congreso es costoso, pero sin este apoyo, varias reformas como la reforma de las pensiones no se pueden iniciar ni completar. Es necesario estimular la economía nacional, lanzar estrategias de estabilización macroeconómica, impulsar el crecimiento y crear empleo formal y real.
Brasil está en una situación económica muy preocupante. La deuda pública representa casi el 80% de todo lo que produce la economía. Brasil ya está muy endeudado, con un déficit de más del 7% del PIB de deuda pública. La reforma de las pensiones parece ser urgente y ahora es una reforma muy controvertida. El gasto en pensiones en Brasil aumentó a 8.2% del PIB en 2016, a diferencia del 4.6% en 2014. Y tal escenario económico está acompañado por un fuerte problema de gobernanza. Esta falta de gobernabilidad es uno de los mayores desafíos que enfrenta Bolsonaro, en un momento en que la reforma de las pensiones debe ser necesariamente aprobada. El 42,7% de los encuestados se opone a la reforma del sistema de pensiones de Bolsonaro, y el 43.9% la apoya, un ligero aumento en comparación con febrero. La reforma de retiro fue una de las promesas de la campaña, que también fue criticada en los primeros meses de su mandato.


Parte3.

...



Credit Silvia Izquierdo/Associated Press

fot. Adriano Machado/Reuters

Komentarze

Prześlij komentarz

Popularne posty