Análisis del Segundo Informe del Gobierno Mexicano. (Part2).
04.09.2020.
I.S.
Segundo Informe. Parte2.
Análisis del Segundo Informe del Gobierno Mexicano.
El 1 de septiembre, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador presentó su segundo informe de gobierno en el Patio de Honor de Palacio Nacional.
El mandatario, pocos días antes del discurso del martes, destacó que su informe se basaría en tres ejes: la corrupción, la política social y la gestión de la pandemia Covid 19 en México (el manejo del país durante el difícil período de la situación epidemiológica).
El mandatario, pocos días antes del discurso del martes, destacó que su informe se basaría en tres ejes: la corrupción, la política social y el manejo de la pandemia Covid 19 en México (la denominada 'gestión del país' durante el difícil período de la situación epidemiológica).
Han sido dos años de su gestión y este tiempo provoca reflexión. Como siempre ocurre con la exposición de informes gubernamentales, este momento brinda una oportunidad adecuada para realizar una breve evaluación de la administración gubernamental y la forma en que se ha presentado el informe del gobierno en sí. (Porque incluso la forma de presentación es importante).
La crisis económica, que es consecuencia natural del estallido de la pandemia mundial, la crisis de salud y del sistema mexicano de salud (el servicio de salud) nos hacen reflexionar sobre cómo se maneja el país en una situación nueva y altamente caótica, con muchas variables casi todos los días. La llamada crisis del COVID-19 es todo un conjunto de diferentes temas nuevos en la política mexicana, que, según la opinión y demanda de los ciudadanos, deberían ser abordados en el reciente Informe de Gobierno. Sin embargo, no debemos olvidar, a pesar de los nuevos elementos que han surgido en el campo de la gestión de crisis, que el principal problema para México sigue siendo la alta criminalidad y una sensación cotidiana de inseguridad entre los ciudadanos. El tema de Covid no puede oscurecer los problemas tradicionales, 'viejos', bien conocidos por todos y lamentablemente todavía vigentes en México. Problemas relacionados con la seguridad, el crimen organizado, las pandillas y las actividades de las organizaciones transnacionales son una especie de problemas estructurales en este país.
El problema de la alta violencia en el país aún no se ha resuelto a pesar de las declaraciones de poner en marcha nuevas operaciones de las Fuerzas Armadas, diseñar nuevas estrategias de seguridad, crear nuevas agencias y nuevos organismos que, al menos según lo planeado, deberían ayudar a erradicar el crimen organizado (las formas de violencia más avanzada y en las zonas vulnerables).
El desafío al que se enfrentan hoy el presidente y su administración se basa en varios temas muy complejos que requieren soluciones urgentes.
Sin lugar a dudas, una de las principales preocupaciones (y de rango de seguridad nacional, hay que precisarlo claramente) es el alto nivel de violencia descontrolada en todo el país, provocada por las actividades de la mafia y las organizaciones criminales internacionales. Y, en este punto, surge también la cuestión de la crisis sanitaria (la crisis del Covid, una situación muy delicada vista desde diferentes dimensiones: crisis sanitaria general, del sistema de atención médica, la crisis vista desde perspectiva económica, etc). Tampoco nos olvidemos del problema "inmortal" de la vida pública mexicana, que es la corrupción. La corrupción parece ser una parte esencial de la vida política de México. Es un sistema avanzado de sobornos, profundamente arraigado en la vida pública y en la forma en que se ejerce el poder en varios niveles, comenzando por el más local. Es casi un problema estructural de las relaciones dentro del Estado (de la vida pública), un elemento patológico del ejercicio de la política y del poder. Y sobre este tema en particular, probablemente nadie esperaba escuchar nada nuevo en el informe publicado el martes.
Sondeos.
< Las encuestas que han sido muy 'optimistas' para el presidente desde 2018, mostrando un considerable apoyo popular a él (especialmente a él, pero también a sus políticas y su gobierno) en los últimos meses, están comenzando a revelar una nueva tendencia. Hasta qué punto esta tendencia resultará permanente, seria y capaz de amenazar la posición del presidente, lo veremos con el tiempo.>
En términos de encuestas, una disminución en la aprobación ha sido visible durante algún tiempo, en comparación con lo que tenía antes, especialmente hace un año.Pero no prestaría atención a este tipo de caídas en las "clasificaciones", "los rankings", "los ratings" de popularidad porque estas cosas (caídas temporales y fluctuaciones en la popularidad) suelen ser temporales y pasajeros.Es natural que algunos índices de popularidad y aprobación del presidente (así como para sus proyectos específicos) disminuyan con el tiempo. Era de esperar que algunos indicadores de la popularidad y aprobación del presidente y sus reformas específicas mostraran algunas tendencias temporales a la baja a lo largo del tiempo (ya sea un respaldo general o concreto a los proyectos de ley del gobierno). Estos "flujos", fluctuaciones tanto en la popularidad general como en la aprobación de ciertas reformas son dos fenómenos diferentes. Tanto el líder como su equipo pueden gozar de mucho apoyo, y en determinados periodos de tiempo (caracterizados por diversas variables; situación interna difícil, aparición de una nueva crisis, recesiones económicas, etc.) pueden experimentar numerosos descensos en términos de aprobación. A lo largo del período de gobierno (de la gestión, de la gobernanza) vienen diferentes momentos, aparecen diferentes ideas, proyectos, reformas, leyes que evocan diferentes niveles de aceptación dentro de la sociedad. En el caso del mandatario mexicano, AMLO, goza de un nivel de popularidad bastante estable, yo diría alto; es reconocible en todo el país, respetado, generalmente muy bien recibido en los lugares a donde va, durante sus viajes por el país como presidente.Este es el tipo de popularidad que no se debe ignorar, ya que se basa en varios factores (factores personales y elementos relacionados con la política interna, como la mala reputación de sus predecesores, la falta de una oposición realmente fuerte, escándalos con la oposición, etc.)
La fuerza de la popularidad de AMLO radica en el respeto que despierta entre los mexicanos. Es el respeto al presidente como persona y como político; el presidente es un hombre que, según muchos, es capaz de restaurar el orden en el país de manera significativa. La aprobación varía (la denominada variabilidad del fenómeno). El grado de simpatía o consentimiento a determinadas reformas es diferente en distintos períodos de tiempo. La escala de aceptación depende de varios proyectos o regulaciones, de diversos leyes o reglamentos específicos promulgados, que a veces suscitan más apoyo popular, a veces menos, o provocan un rechazo social total o un consentimiento pleno.
La máxima aprobación de la que puede presumir el presidente se refiere a la política de educación pública, es del 43%, y en el ámbito de la salud es del 37%. Se pueden observar algunas desviaciones negativas en términos de clasificación de popularidad y desaprobación; los indicadores son diferentes (estos niveles han sido, son y serán diferentes a lo largo de la gestión; es un hecho completamente natural). La estrategia introducida para minimizar significativamente la corrupción tiene un apoyo del 36%. Lucha contra la pobreza - 35%, estrategias para restaurar la seguridad en el país - 31%, asuntos económicos - 28%. Lucha contra el crimen organizado - 26%. (Los datos provienen de la revista Reforma).
El presidente López Obrador es muy popular en la sociedad mexicana, pero se observa una tendencia a la baja desde hace algún tiempo, la opinión pública es menos favorable a sus políticas públicas, especialmente a proyectos específicos y reformas en áreas seleccionadas de convivencia social. Podemos ver que el fenómeno de la persona (en este caso, el fenómeno del presidente) no equivale a la efectividad de su gestión. La evaluación general del trabajo del presidente no es lo mismo que la evaluación de las ideas y enfoques gubernamentales individuales. No quiero decir que el gobierno no sea efectivo, ya tiene algunos logros, y creo sinceramente que este gobierno es realmente diferente a sus predecesores, mejor al menos en términos de corrupción, es simplemente honesto. Pero recordemos que la popularidad del líder (incluso el líder del partido más grande y gobernante del país) no se traduce en la eficiencia de la gestión de toda la administración. La escala de popularidad de AMLO no se traduce en una evaluación confiable del trabajo del gobierno (respaldada por datos confiables, un sistema creíble para medir la aprobación social). La popularidad del mandatario no es lo mismo que la evaluación real de la política de la administración pública. Algunos dicen que la popularidad del presidente está "cayendo" al observar las últimas encuestas, que hay una tendencia al declive, especialmente cuando estos resultados recientes comparamos con los del año pasado. Pero cuando se practica una política real, promulgando reformas reales, incluso aquellas que no son populares pero necesarias, este tipo de fenómenos ocurrirán casi con regularidad.
Casi siempre habrá fluctuaciones temporales en la opinión pública sobre el trabajo del gobierno, oscilaciones en los sondeos (conocido como popularidad decreciente temporal visible en las encuestas). Hay una regla clara, si gobiernas (es decir, tomas decisiones, que muchas veces son desaprobadas en ciertos sectores de la sociedad) temporalmente pierdes popularidad, notas caídas en los niveles de aprobación y aceptación general a la hora de implementar regulaciones legales específicas. Después de dos difíciles años de gobierno, mantener una alta aceptación en la sociedad es todo un logro. En este punto, debemos tener en cuenta los tiempos recientes en torno a la pandemia, porque es una época de fuertes caídas de popularidad entre todos los equipos gubernamentales del mundo.
Obtener más del 50% de aprobación en la sociedad mexicana puede proporcionar verdaderas razones de satisfacción; tal resultado conseguido especialmente durante la crisis del Covid, que es el período que provoca una situación delicada en torno al manejo del servicio de salud, no es poca cosa. Si miramos a los mandatarios en Europa, por ejemplo, no gozan de tanto respaldo popular como AMLO. Cabe aclarar que AMLO, con considerable destreza, utiliza obstáculos, algunos "flows" que son parte natural del proceso político y mucho más del proceso de gobernar a su favor. Utiliza nuevos datos, revelaciones y noticias sobre sus rivales políticos para su propio beneficio. Los escándalos de corrupción que involucran a políticos del PRI y del PAN ciertamente sirven al presidente hasta cierto punto para mantener su imagen, pero no tanto como uno podría suponer. PRI y PAN son los dos partidos que marcaron la pauta de la política mexicana hasta 2018; Se les puede llamar los dos principales partidos del sistema hasta 2018 (así, en general, podemos escribir rápidamente aquí y ahora; será un buen resumen de algunos cambios importantes en el sistema político; teniendo en cuenta, por supuesto, que este es un tema más complejo). El año 2018 ha marcado una victoria espectacular para el nuevo bloque MORENA, y desde entonces este nuevo partido ha jugado un papel muy importante en el tablero de ajedrez político de la política mexicana. Como también sabemos, desde su contundente y histórico triunfo electoral, el bloque del presidente ejerce la hegemonía de la narrativa política y gobierna con firmeza el país.
Los escándalos de corrupción que vinculan a personas de alto perfil del PRI y del PAN, escándalos que involucran a ex líderes del sector de la seguridad pública mexicana, están beneficiando a AMLO, pero no de la manera que podríamos imaginar. Políticamente, no saca mucho de estos escándalos, personalmente sí, quizás un poco de satisfacción, porque como sabemos, AMLO estaba en conflicto con la élite del antiguo sistema (El llamado PRIPAN). Al mirar y analizar los escándalos que involucran a personas de alto rango de la élite política del régimen hasta 2018, uno se pregunta en qué medida estas revelaciones fortalecen la imagen del propio presidente.
Vale la pena examinar el impacto de estos escándalos en el futuro desarrollo, forma y dirección de las encuestas de opinión pública. ¿Cómo serán las futuras encuestas para toda la clase política, no solo para el propio presidente o los partidos PRI y PAN? ¿Cuál podría ser el impacto de diversas revelaciones sobre la participación de altos funcionarios de la ex élite política del país en actos de corrupción para la reorganización del escenario político actual? Esta puede ser una buena introducción a una mayor discusión e investigación sobre la historia reciente del sistema político de México. Cuánto le ayudan a fortalecer la imagen de "ser un político moral" en el campo de la "política sucia", recordando cuánto le gusta a AMLO distinguirse de los demás; las llamadas cuestiones de imagen (PR, 'the so-called image issues') le ayudan a reforzar su propia "marca" como el "sheriff" que 'finalmente asumió el cargo después de décadas de decadencia, períodos en los que los presidentes eran corruptos e inmorales'.
A López Obrador le gusta presentarse como el primer político, presidente en la vida pública, que es "completamente transparente". Le gusta tener, mantener y cultivar esa imagen tanto en su electorado como en toda la sociedad mexicana. Yo le creo, pero tanto en el discurso del martes como en todos los demás discursos del presidente, hay ese tono "moralizante" que a muchos no les gusta tanto, y lo entiendo. El mandatario mexicano tiene la costumbre de presentarse como un líder que representa una política de pura vocación (como, por ejemplo, robo cero de dinero público, valores, ética, 'lo moral', son eslóganes, son rasgos característicos, puntos centrales de su gestión, de su administración del país vista desde la perspectiva de las relaciones públicas). Creó su propia "marca" y la gente la compró. Los escándalos con los representantes del "viejo sistema" (unofficial 'old system') le dan más materiales, fundamentos y la base para crear su marca (imagen). Son de mayor beneficio para él de lo que podrían serlo de su propio partido. MORENA sin Amlo no es la misma agrupación que logró un éxito espectacular hace dos años. Entonces (y hasta el día de hoy) el propio presidente es la palanca y el motor, la fuerza impulsora de la publicidad para el bloque ganador. Su gran logro fue convencer a millones de mexicanos de que él era "the best option on the table", que en ese momento, durante las elecciones presidenciales de 2018, era el único "político moral" tanto en el viejo sistema corrupto como en todo el entorno político. Si recordamos bien el clima de las elecciones de 2018, sabemos que desde entonces el presidente ha logrado mantener su narrativa, lo que hasta ahora le ha garantizado el éxito político, aunque como podemos observar desde hace varios meses, las encuestas muestran un declive en su popularidad. ¿Están estos recientes descensos relacionados con una cierta fisura en la imagen del presidente? No lo creo. Él sabe convencer, y ese es el talento que se necesita para ser un líder político eficiente (aqui no estoy evaluando la motivación, los valores, solo la capacidad de persuadir). Pero, ¿es capaz de gestionar eficientemente todo el país, coordinar un gran proyecto, que es, en este caso, liderar el gobierno federal?
Presidir y dirigir el país no es lo mismo que gestionar eficazmente su propia carrera y los temas de imagen ("Media/Image Relations, PR") que ha dominado a la perfección. En conclusión, queda por ver si será capaz de liderar y guiar al gobierno de manera sostenible a largo plazo. En 2018 logró convencer a la sociedad mexicana de que era el único político creíble en emprender la tarea de 'sanear' la política, incluido todo el sistema político, de poner en orden el funcionamiento de la vida pública mexicana, restaurando valores, principios y reglas transparentes en la administración federal en todos los niveles. La narrativa principal de las elecciones de 2018 fue limpiar a México del omnipresente flagelo de la corrupción en la vida pública del país. Cuando algunas personas dicen que AMLO también es corrupto, no les creo, desde un punto de vista psicológico tales tesis no tienen fundamento ni razón de ser. López Obrador dedicó toda su vida a crear su marca (el ya famoso 'PR' de este político radica en ser único, limpio, transparente, diferente, mejor, etc). No se arriesgaría a perder lo que había construido todo este tiempo (décadas en política) con un acto de corrupción. No es lógico.
El tema de la corrupción es realmente importante para él, para su narrativa política y para su legado político. Ser creíble no se trata solo de elegir palabras 'bonitas'. AMLO es un presidente con un alto coeficiente intelectual, sabe que tiene que ser un político realmente "limpio" para poder seguir con su relato (una narrativa política que también es su legado en vida). Puede que le resulte difícil gobernar, especialmente en ciertos momentos, pero no creo que sea corrupto. Nunca se puede descartar que alguna parte del equipo del presidente, más cercana o menos relacionada con el presidente, con el tiempo se asocie con algún tema de corrupción, porque así es la vida política, nadie es capaz de controlar plenamente su entorno. Las tendencias a la corrupción son una característica individual de cada ser humano.
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